humanos que tenemos el derecho de poder transformar todo; y no nos damos cuenta de que las
formas que la propia naturaleza presenta son extraordinariamente perfectas y sublimes en belleza.
El otro día mientras caminaba me tropecé con una de esas bellezas naturales. Belleza que con su
color verde intenso y lleno de vida me cautivo. Me hizo pararme y fotografiar el encanto de su
esencia. Sus semicírculos concéntricos se sobreponen uno tras otro hasta llegar a la capas mas
internas. Las de sus interior.
Es como si se tratara de mirar desde afuera hacia adentro y viceversa. Y es que
nosotros deberíamos hacernos una idea global de lo que somos y de lo que nos conforma como
personas, mirándonos desde dentro hacia fuera; solo así podremos transmitir lo que llevamos
internamente como ser, lo que nos cualifica como personas.
Nuestra verdadero yo. Y es que la belleza de las formas reside en la expansión de lo que uno
tiene internamente, dándole características y cualidades que nos hace diferentes y a la vez especiales.
Formando un conjunto con el entorno, con lo que nos rodea.
Como esta pequeña muestra natural, que en su interior desprende e irradia fuerza , belleza y
seguridad. Sus formas concéntricas nos recuerdan a un mándala de la naturaleza.
Busquemos en nuestro interior para resurgir lo que realmente somos, un conjunto mas de esta
majestuosa realidad , a la cual no debemos transformar ,sino simplemente seguir con su ritmo
de belleza y armonía natural.